Concluye con el poemario ‘El mensaje en la Poesía 3’, una trilogía que el poeta, Olegario González Prado, se había propuesto escribir. Dicen que los poetas solo crean cuando tienen inspiración y que, cuando se les apaga, lo dejan por un tiempo.
En Olegario percibimos unas ganas tremendas de transmitir a los demás, ya sea en rima o sin ella, y con esas frases para pensar tan acertadas. Por cierto, hablando de las frases para pensar que se recogen en este libro y en los otros de la trilogía, en mi opinión, merecen, junto a otras que se le ocurran al autor, editar un pequeño prontuario– un pequeño libro de bolsillo- y tenerlas siempre a mano, porque nos ponen frente a lo que la vida va proponiéndonos, a medida que la vamos transitando. Hay una que ya me la he guardado en la cabecera de mi ordenador frente al que me siento cada mañana: “La vida, no me parece que sea lo más importante. Lo verdaderamente importante debería ser, ¡el saber disfrutarla!
El autor de esta trilogía, la ha sabido vivir con sus momentos de brillo y color y otros en blanco y negro. Pero siempre con dignidad y prudencia..
Las dos últimas entregas del ‘Mensaje en la Poesía’, he tenido el honor de prologarlas; la verdad es que uno se siente muy abrumado para sintetizar lo que en estos poemarios se recoge. Porque ahí está comprimida, en versos, el alma de Olegario y es difícil adivinar sus pensamientos. Mensajes muchos, y reflexiones más, que han surgido del corazón de un escritor que acrisola, de una manera clara y meridiana, sus vivencias y creencias… y hasta su estado de ánimo y la situación de las personas que le rodean. Olegario, en esta tercera entrega, se sigue mostrando muy cercano y sincero, con versos fáciles y rimados, cantarines, diría yo, envueltos en esa música que el autor pone a su obra.
…El susurro sin compás
del riachuelo.
El silencio y la quietud
en la hondonada.
El preludio de un sol
de madrugada.
La cadencia de mi mula
en su pisada.
La recogida del búho
y el mochuelo.
Pero también nos propone otros menos rimados que llevan una gran carga de profundidad emocional. Olegario ha avanzado mucho a la hora de hacer un poemario – que no es una tarea fácil. En este último de la trilogía ya escribe sin red, sin miedo, poniendo en el papel aquello que le preocupa o que lo agobia como ser humano. Focalizando más en el mensaje, que en la cuadratura de sus versos.
Y nos habla de la sociedad actual con sus virtudes y con sus atrocidades; pero también se sigue volviendo tierno con el ruido de un arroyo, o la luz de un amanecer recordada cuando era un niño y vivía en el campo. Y nos aparece acunando a un nieto que hace “pucheretes”
Y así esta pequeña cosa
aún me sigue entusiasmando.
¡Pues creo que está mutando
en ángel o en mariposa!
Lo fascinante en Olegario González Prado es que ha sabido sublimar en versos, lo que sintió en el alma de niño y de joven. Son un vivo recuerdo al pasado, pero van más allá, al presente de una tierra que se nos está muriendo entre las manos y a un futuro incierto para el ser humano por el carácter individualista de esta sociedad.
Sí, Olegario vuelve a mover conciencias en estos versos y frases para el recuerdo y de he ahí su fuerza. Cuando una canción, una pintura, un momento que nos regala la naturaleza, te llegan dentro y te revuelven las neuronas, es que una luz se ha encendido en tu ser. Olegario– en general en todos los poemas y frases para recordar que van trufadas en la composición del texto- nos va encendiendo esas luces, y por eso admiramos su estilo de escritor: sencillo, humilde… pero con una gran retranca social y espiritual.
Sería muy triste admitir que solo
la especie humana estamos dejando de ser
un ejemplo a seguir, para convertirnos
inexorablemente en el mayor error
¡De nuestra propia vida…!
Dice en su poema ‘Nunca lo sabré’…. Podríamos hacer un análisis pormenorizado de cada verso, de cada estructura, de cada título, de cada fotografía que ilustra el poemario; pero eso se lo dejamos al lector que, seguro, se verá reflejado en algunas de las propuestas literarias de Olegario.
En el poema ‘mi humilde puerta’ el autor vuelve a la poesía sin un corsé que le oprima, para que sus versos surjan frescos y dibujados a su manera… es otro ejemplo de cómo el poeta crece… no se avergüenza de su pobreza…de su etapa de niño pastor, dela escasez en su hogar….y, después de ir ordenando el montón de ideas que sobre el hombre y la ciencia bullen en su conciencia, termina el poema como lo empezó.
….Si un día llegas a “mi humilde puerta”
con esta lección bien aprendida y me lo cuentas.
Encantado te abriré, entrarás y descansarás,
enseguida te darás cuenta que solo siendo persona
es posible valorar y disfrutar de lo más hermoso,
y más grande, en este mundo.
¡¡ Lo humilde y lo sencillo!!
Y no podían pasar de largo las largas tardes de un confinamiento obligado por la pandemia de la COVID -19. La vista puesta en los sanitarios que luchan por mantener con vida a los afectados de coronavirus en hospitales….
¡¡Acto heroico y hermoso
de asombrosa dignidad!!
…Dice Olegario para terminar con un nuevo amanecer que ha de llegar
Ventanas de par en par
antes del atardecer,
para que os pueda llegar
todo nuestro agradecer
de amor para enamorar
ese nuevo amanecer
¡¡Que seguro ha de llegar!!
Resumiendo mis sensaciones sobre ‘El Mensaje en la poesía III’, Olegario González Prado, se vuelve a entregar sin límites en la sencillez, el amor, la capacidad del hombre para hacer el bien y el mal. La necesidad de preservar la casa común– la tierra- que ha de respetar para él mismo y su descendencia. Se aproxima- en algunas de las razones para mantener vivos esos espacios sublimes de nuestro planeta- a la encíclica ‘Laudato Si’ firmada por el Papa Francisco, en un momento en que los humanos estamos destrozando esta casa común que nos da cobijo en el universo; una mota en el espacio infinito y que el Papa nos invita a respetarla y a amarla.
Me emociona -tal vez porque refleja ese mundo de vidas que van apagándose en vida- la forma de acercarse a personas que sufren alzhéimer, las demencias no entendidas…la paciencia en el amor otoñal…la vida que se va y que, tras una reflexión en negro, salta el más colorido de los poetas para pensar de otra manera.. Profundísimo poema que, en el fondo, es un canto de amor en la vejez.
¡tú me decías!
¿Por qué no avisas?
Anda, ponte el mandil, ten la sartén
¡Y a ver qué guisas…!
Y se quedaba expectante, sonriendo
a ver qué hacía.
Y necesariamente he de acabar este prólogo al tercer libro del ‘Mensaje en la Poesía’ con una de esas frases redondas que han salido de la mente y el corazón transparente de un escritor que nos ha sorprendido, cuando ya tenía una buena parte de la vida recorrida. Lástima que su primer libro ‘La Ventana del Rey’ y su primera novela ‘Viejo Zorro’, o su retrato íntimo, ‘Ascuas de Juventud’, no nos hubieran llegado antes…hubiéramos degustado a un escritor completísimo que ahora recorre el ultimo trecho de su vida, con la ansiedad de contarle al mundo lo que guarda en su alma inspirada. Gracias por tu generosidad creadora.
Cuando naces, naces con dos opciones:
o aprendes a ser feliz con lo que te da la vida.
O la vida te negará la felicidad,
¡Si intentas comprarla!
Lucio Poves Verde
Escritor y Periodista